lunes, 17 de septiembre de 2012

SEGUNDO BLOQUE

COMUNIDAD MARIA MADRE DE LA IGLESIA
EVANGELIZACION
BIBLIA 1ER SEMESTRE
RETIRO OTOÑO 2010

SEGUNDO BLOQUE
“Tu Palabra es antorcha para mis pasos y luz para mis caminos”
 Sal 119, 105

*      ¿Por qué es tan difícil perdonar o pedir perdón?
En la vivencia del perdón surge una serie de obstáculos que lo hacen pesado o prácticamente imposible.
Conviene identificarlos para perderles miedo, enfrentarlos, combatirlos y derrotarlos.
ü  Porque no separo la conducta específica que me molesta de la totalidad de la persona.
ü  Porque me ciego simplemente porque “no me cae bien”.
ü  Porque tengo miedo a quedar como “tonto” o como un “débil” ante los demás.
ü  Porque no imagino lo que hay en la historia de la persona.
ü  Porque proyecto en la otra persona mis propias limitaciones o traumas.
ü  Porque lo hago por hacer ver a los demás lo “bueno que soy”.
ü  Porque me escudo en mi historia de vida “genio y figura....”
ü  Porque me da miedo que los demás me dejen de querer al descubrir que no “soy perfecto”.
ü  Porque una y otra vez me acuerdo y siento lo mismo, repitiéndome “no puedo perdonar”.
ü  Porque no quiero reconocer el sentimiento de enojo, tristeza o impotencia que traigo desde hace tanto tiempo  y “hago como que no pasa nada”.
ü  Porque pienso que no tiene sentido ya que  “va a volver a hacerlo”.
ü  Porque mido una y otra vez el “tamaño de la ofensa”.

Perdonar es difícil cuando no estoy conciente,  o no quiero estarlo, de que soy imagen y semejanza de Dios: Dios me dio inteligencia, voluntad,  libertad y capacidad de amar. ¡De ahí parte todo!
¿Qué me impide perdonar?
ü  Ignorancia: en cuanto a mi propio conocimiento y al conocimiento de la otra persona y su realidad>no expreso lo que siento, quiero y necesito>no se dialogar.

ü  Ausencia de respeto: Cada persona es un Misterio (su realidad sobrepasa todo conocimiento) > necesito aprender a “hincarme ante el Misterio” y acercarme con profundo respeto: Dios mora en esa persona aunque ni ella misma se de cuenta y aunque a mi, por sus actitudes, fácilmente se me olvide.

ü  Orgullo: Hoy parece que siempre “tenemos que quedar bien”, “dar una buena imagen”, “no dejarnos de nadie”....¿será eso lo que Jesús quiere y lo que Él mismo nos enseña con su vida y su Palabra?
      El orgullo nos lleva a dar la imagen de que somos mejores,  pero como cristianos no estamos llamados a basar nuestra vida en el “qué dirán” sino en el QUÉ DIRA DIOS A LA HORA DE ENTREGARLE CUENTAS Y EXPLICARLE POR QUÉ FUIMOS INCAPACES DE AMAR COMO ÉL LO PIDIÓ. (¿Qué contestaríamos? Señor, mi hermano se murió....Señor, me negué a perdonar a mi hijo.....pero es que yo tengo mi orgullo....).
      El orgullo nos hace creer equivocadamente que perdonar es signo de debilidad, cuando en realidad es todo lo contrario, porque muchas veces es infinitamente más difícil perdonar, que ceder al coraje y al deseo de hacerle pagar al otro por lo que nos hizo.

ü  Resentimiento: No es lo mismo resentimiento que enojo.

      El resentimiento es la repetición voluntaria del sentimiento.  El resentimiento entonces no es la emoción que experimento por única vez en un momento dado, sino la que he estado repitiendo, apapachando, consintiendo, alentando, re-sintiendo una y otra vez.
      El resentimiento es algo absurdo: es utilizar nuestra memoria para guardar pensamientos que nos hacen daño..y todo para qué ¿para amargarnos la existencia?

EFECTOS DEL RESENTIMIENTO:
ü  Es una carga que nos daña e inmoviliza (ya lo vimos en “Para qué perdonar”).
ü  Nos aparta de Dios y de los demás: nos aisla > rompemos nuestra relación con Dios, con nosotros mismos, con los demás.
ü  Es infeccioso: Primero te molesta algo de alguien, luego te molesta todo de ese alguien hasta que no puedes verlo “ni en pintura”: bolita de nieve > bolón que te atrapa.  Te infecta porque no es cierto que puedas ser una persona muy buena y albergar resentimientos en tu corazón.
ü  Se contagia: Si posees la infección seguro la contagias: “Nosotros no nos llevamos con el tío fulano, ni se te ocurra hablarle a tus primos” o en el trabajo o en la comunidad: “Los de tal equipo o tal departamento son unos pesados, no vayas con ellos”, y en el vecindario, en la colonia, en la escuela de los hijos.....

      La realidad es que el resentido convierte a los que están a su alrededor en seres resentidos.  Este sentimiento negativo pasa de amigo a amigo, de padres a hijos, de maestros a estudiantes ¿Será en realidad lo que queremos? ¿Será lo que Jesús quiere?

ü  Se vuelve un mal hábito >la repetición de un mal hábito es un  pecado.

No existe el pecado “privado”: Todo lo que hacemos tiene un efecto en nuestras relaciones con otros.

Como miembros de la comunidad de Cristo estamos llamados a ser santos, como Cristo es Santo y amar y perdonar como Él lo hizo y lo sigue haciendo. En este sentido somos traidores cuando nos atamos a los resentimientos y rencores.  Y esto debilita a todo el Cuerpo de Cristo.

No existe el asunto “sólo entre tu vecino y tú”, “sólo entre Dios y tú”.  Por esta razón el perdón no es algo que obtienes sólo de Dios y guardas en un cajón para usarlo cuando te convenga.

El perdón es algo que necesitas dar a otros y recibir de otros para restaurar verdaderamente en todos los niveles las relaciones que se habían roto con tu resentimiento y tu rencor.


REFLEXIÓN PERSONAL PARA EL SEGUNDO BLOQUE

ü  ¿Perdono fácilmente?  Si__En qué lo noto?  No __Qué me impide hacerlo?

ü  ¿Me doy cuenta de que el resentimiento tiene ya efectos en mi vida personal, matrimonial,  familiar, laboral, comunitaria? ¿Si? ____¿Por qué? No____¿Por qué?

ü  Si hoy me muriera y llegara frente a Dios ¿Justificaría con mi orgullo mi falta de perdón hacia aquella persona en la que estoy pensando? ¿Qué me diría Dios?


LECTIO DIVINA Lc 15, 11-32

No hay comentarios:

Publicar un comentario