domingo, 9 de septiembre de 2012

IFAP INTRODUCCIÓN CENTRALIDAD DE LA PALABRA

INTRODUCCIÓN “Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado
a nuestros Padres por medio de los Profetas.
En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo…”
(Hb 1,1)

La relación con la Palabra es un tema de vida o muerte.

“No todo el que diga “Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos…..Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y embistieron contra aquella casa, pero ella no se cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina” (Mt. 7, 21-27).

La palabra se convierte para los cristianos en el fundamento de nuestro caminar. La Palabra es para construir el corazón, la vida, las relaciones, la manera de estar en el mundo. Acoger la Palabra es acoger a Cristo que se nos revela en ella, es acogerlo para vivir en unión con él y para hacernos discípulos. El discípulo conoce al Maestro y lo que pretendemos es fundamentar nuestra vida en la Palabra que se nos expresa en las Escrituras.

La palabra se convierte en luz para el camino de la vida, se convierte también en alimento para sostener el paso en el camino de hacernos “cristianos”; es decir, discípulos y misioneros de Jesús. Conforme vamos conociendo y amando la Palabra, la vida se va llenando de luz y el corazón se expande al modo del de Jesús.

La acogida de la Palabra no nos exime del caminar diario, de sus luchas y gozos, de sus altas y bajas, pero sí ilumina y alienta el andar por la vida, en la capacidad de abrir el corazón y de estrechar lazos de fraternidad. La Palabra se convierte en alimento agradable y a la vez Palabra que confronta todos los estratos de nuestra persona revelándonos lo que verdaderamente somos y estamos llamados a ser; nos revela la vocación de discípulos de Jesús, de hijos en el Hijo y de hermanos con los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

La transformación de nuestra realidad personal y social, para nosotros dependerá de la acogida, profundización y vivencia de la Palabra, de ahí la importancia de “practicar la escucha atenta y orante de la Palabra de Dios”.

Nuestro ser de agentes de pastoral, en cualquier ámbito, tendrá consistencia si el evangelio, la Palabra ha enraizado en el corazón. Tesoro que lejos de atarnos nos hará libres.


TEMA 1.- LA BIBLIA, UN LIBRO QUE HABLA.
                
¿Cómo leer un texto de la Sagrada Biblia?

El primer paso para conocer la Palabra de Dios que está en la Biblia, es leer la misma Biblia.

Para un primer abordaje proponemos acercarnos a la Escritura con “siete llaves que abren la casa" de la Biblia de forma liberadora, agradable y correcta. Estas "llaves" son fáciles de recordar, pues ellas tienen relación con algunas partes de nuestro cuerpo.

El Apocalipsis, en el capítulo 5, habla de un libro cerrado con siete sellos. El visionario del Apocalipsis llora porque nadie es capaz de abrir, leer y explicar el libro. Pero los seres vivos y los ancianos entonan un cántico a Jesucristo, Señor de la historia, único capaz de abrir el libro y desvelar sus misterios.

Ciertamente este libro es también el libro de la historia de la humanidad y en él está también la historia del pueblo de Dios y la nuestra. Y tanto la Biblia como la vida deben ser leídas a partir de Jesús, el Cristo y Señor.

Ø  Las siete llaves[1]:

Con las "siete llaves" tú descubres la Palabra de Dios que está en la Biblia y en la vida y entiendes mejor el sentido que se esconde detrás de las palabras.

Pies firmes en la realidad. Para leer bien la Biblia es necesario leer bien la vida. Conocer la realidad personal, familiar y comunitaria del país y del mundo.
También es necesario conocer la realidad en la cual vivió el Pueblo de la Biblia. La Biblia no cayó del cielo ya hecha. Ella nació de las luchas, las alegrías, la esperanza y la fe de un pueblo (ver Ex 3,7-10).

Ojos bien abiertos. Una mirada sobre el texto de la Biblia y otra sobre el texto de la vida. ¿De qué habla el texto de la Biblia? La Palabra de Dios está en la Biblia y está en la vida. Necesitamos ojos para escudriñarla.

Oídos atentos, en alerta. Un oído para escuchar el clamor del pueblo y otro para escuchar lo que Dios quiere decir.

Corazón libre para amar. Leer la Biblia con amor y con cariño, con la emoción que el texto provoca. Sólo quien ama a Dios y al prójimo puede entender lo que Dios habla en la Biblia y en la vida. Corazón disponible a convertirse.

Boca. Para anunciar y denunciar aquello que los ojos vieron, los oídos oyeron y el corazón sintió sobre la Palabra de Dios y la vida. ¿Cómo me puedo callar?

Cabeza para pensar. Usar la inteligencia para meditar, estudiar y buscar respuestas a nuestras dudas. Leer la Biblia, y leer también otros libros que nos expliquen la Biblia.

Rodillas dobladas en oración. Sólo con mucha fe y oración se puede entender la Biblia y la vida. Pedir ayuda al Espíritu Santo para entender el "espíritu" de la Biblia. No podemos hacer una lectura al pie de la letra, porque la letra mata y el espíritu vivifica, como lo advierte San Pablo (2 Cor 3,6).

Ciertamente descubriremos otras llaves, pero éstas son indispensables.
Es bueno juntar las llaves en un llavero fuerte y firme. Este llavero nos ilumina para acercarnos a la Escritura, a la vez que nos permite acoger diferentes realidades de nuestra vida. Poner todos nuestros sentidos en cada situación nos ayudará a acoger la vida desde la Palabra en toda su complejidad. Es cierto que el acercarse a la Palabra en comunidad o grupo es más provechoso, fácil y agradable, y se convierte en signo de la presencia de Dios (ver Mt 18,20).

Actividad:

·         Compartir en grupo las resonancias de esta primera lectura o presentación.

·         Tomar el texto de Mt 7, 21-27 y meditarlo según las siete llaves ya sea en grupo o personalmente.

Para devolver al facilitador:

Desarrolla brevemente:
·         ¿Qué consideras que le puede aportar la Palabra a cada una de las llaves de tu vida?
·         ¿En cuál llave consideras que necesitas crecer más? ¿Por qué?

Llave
¿Qué consideras que le puede aportar la Palabra a cada una de las llaves de tu vida?
¿En cuál llave consideras que necesitas crecer más? ¿Por qué?

Pies firmes en la realidad


Ojos bien abiertos


Oídos atentos, en alerta


Corazón libre para amar


Boca


Cabeza para pensar


Rodillas dobladas en oración






[1] Adaptación de la dinámica extraída del libro "El Poblado de la Biblia", J. Saravia, Paulinas, México

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