lunes, 17 de septiembre de 2012

1er bloque retiro EL PERDON

EL PERDON

PRIMERA PARTE

*      INTRODUCCION
ü  Dios soñó con cada uno de nosotros desde la eternidad, tiene un plan para cada uno de nosotros.
ü  ¿Relacionarse bien con los demás siempre es fácil? La realidad es que no.
ü  ¿Resultados? A veces o muchas veces,  lastimamos a los demás o permitimos que ellos nos lastimen. ¿Dios querrá esto? ¡No! Dios nos soñó libres, plenos, armónicos, solidarios, felices, justos, honestos, corresponsables unos de otros y nos dio su gracia para lograrlo.
ü  Con la luz de la Palabra descubriremos la curación para estas heridas: el perdón cristiano.
ü  No estamos solos: Jesús nos acompaña siempre (Mateo 28,20)
ü  ¡Vive este retiro como si fuera el primero, el único o el último de tu vida!


     I.    LO QUE NO ES EL PERDON...
1.    No es una varita mágica, no es ritual, no es un sentimiento.
2.    No es renunciar a que se haga justicia: se otorga el perdón pero no se evita que la persona asuma las consecuencias. (Juan Pablo II y su agresor).
3.    No es tolerar que te lastimen: Puedes dar el perdón y a la vez poner “las cartas sobre la mesa”.
4.    No es justificar comportamientos inaceptables o abusivos.
5.    No es hacer “como que no pasa nada”
6.    No es tener una relación cercana con la persona que te lastimó.
7.    No es forzosamente tener que dialogar si hay demasiadas heridas: se perdona y se cambia de actitud.
8.    No es tener una actitud de “perdona vidas” sintiéndote superior a los demás como si tú nunca les fallaras o lastimaras.


   II.    LO QUE SI ES EL PERDON:
1)    Es un don de Dios que se recibe, se vive y se comunica.
2)    Es una decisión: para perdonar es necesario querer hacerlo. Eso de “no puedo perdonar” es falso.
3)    Un favor, un bien que te haces a ti mismo: salud corporal, mental y espiritual.
4)    Es la manera concreta de conseguir la paz y aprender realmente a amar: ves de otra manera a las personas y a las circunstancias que te han causado dolor y problemas.  Eres capaz de ver lo malo pero también lo bueno que cada persona y circunstancia tienen.
5)    Un proceso que lleva diferentes etapas: negación, dolor, rabia, aceptación, perdón y aprendizaje: un duelo en donde es importante vivir cada etapa sin saltarla.
6)    Es mirar de frente al mal, reconocerlo y enfrentarlo con amor.
7)    Una forma, un estilo de vida: puedes estar en desacuerdo con alguien sin retirarle tu cariño: una cosa es la conducta y otra la persona.  Ya no eres “juez” y comprendes cada vez más la fragilidad humana, incluida la tuya.
8)    Es el reconocimiento tranquilo de que somos iguales: capaces de odiar y lastimar a los demás.
9)    Es liberarte del pasado: Declarar que la historia ya no tiene el mismo poder sobre ti, que las he aceptado y perdonado.
10) Es crecer y vivir en libertad: No siempre podrás controlar los acontecimientos externos ni la conducta de los demás, pero si puedes responder de mejor manera a lo que te pasa en la vida.  Responder de tal modo que no vivas como “víctima” sino como alguien  que desde tu libertad, decides perdonar a la vida, a los demás y a ti mismo.


  III.    ¿POR QUÉ PERDONAR?
    
1.     Porque Dios te perdona: lectura personal Salmo 103, 1-5 . 8-17. 13-14
Cuando se habla del perdón de Dios necesitamos antes que nada desterrar tres malentendidos:

a) Creer que Dios no tiene nada que perdonarte: si analizas tu vida desde el amor que Dios espera de ti te darás cuenta de que estás muy lejos de ser el cristiano ejemplar que pensabas: ¿Cuánto amas a los demás? ¿De qué manera concreta vives el amor a través de la tolerancia, la comprensión, el perdón, el servicio, tu entrega a otros, etcétera? ¡Y aún así el Señor te sigue amando y perdonando! 
Ya no puedes preguntar lleno de soberbia “¿Y a mí que me tiene que perdonar Dios?”....No te queda mas que estar muy agradecido y dispuesto a gritar “a los cuatro vientos” que Su misericordia es infinita.

b) Creer que Dios no perdona sino castiga.
“Te va a castigar Dios” “Pero hay un Dios que todo lo ve y todo lo juzga...” ¿eso oíste? Pues no has oído “últimamente” a Jesús que nos dice que Dios es un padre todo cariñoso que siempre te espera y siempre te acoge (Lc 15, 11-24). ¡Ya es tiempo de que “cambies de canal”!

c) Creer que como Dios ama y perdona “todo se vale”.
Hay quienes creen en un Dios taaaaan misericordioso que es “manga ancha” y les pasa todo porque los quiere mucho.  ¡Cuidado! Dios no pasa todo: sus caminos son caminos de amor, donación, servicio, perdón y paz.  Todo el que va por otros caminos se aleja de Dios y aunque crea que es “muy feliz” la realidad es otra.
Jesús nos habla de que Dios siempre nos perdona.  Y este perdón gratuito, liberador, maravilloso, inesperado y total, colma el anhelo de todo ser humano.  No hay nada más consolador que el bálsamo del perdón ¡Dios nos conoce y sabía que lo íbamos a necesitar!


  1. Porque Dios te pide que perdones.
El perdón es un don que Dios da al hombre: pero el hombre perdonado es llamado a hacer lo mismo con los demás.  Los dones que Dios te da a manos llenas, como el perdón, no son para acumularlos y disfrutarlos tu solito.  Es necesario donarlos también a los demás. 


  1. Porque los demás necesitan tu perdón.
Dios al crearnos cuenta con nosotros: nos ha situado en medio de una gran familia humana y espera que lo ayudemos en la tarea de conducirla a la plenitud.
Dios nos ha dado vocación de “puentes”: ¿qué función realiza el puente? La de unir dos extremos: Dios necesita de ti y de mí para hacer llegar a otros Su amor, perdón, ayuda, comprensión porque esas cualidades suyas no andan flotando en el aire.
Nadie de nosotros dice “¡Mira! ¡Pasó una nube de bondad divina por aquí!.  La bondad de Dios se palpa a través de las personas buenas, la fidelidad de Dios a través de las personas fieles, el perdón de Dios a través de quienes perdonan.









 IV.    ¿PARA QUÉ PERDONAR?

Para sanarte.
Se terminan los corajes, la úlcera, la boca amarga, los pleitos, el sentirte incómodo cada vez que ves a esa persona.  Se acaba tu rigidez, “el voltearte para otra parte”, la angustia, la tensión, toda la descarga de sustancias químicas que dañan tu cuerpo, bloquean tu mente y dañan a tu alma.

Para liberarte.
El rencor te ata a una situación, a un momento determinado, a una persona determinada. No te permite avanzar. Te detiene recordando todo aquello, reviviéndolo, viviendo en el pasado y muchas veces en un pasado tan lejano que ya es francamente absurdo cargarlo.

Para liberar a otros.
Cuando alguien nos daña automáticamente corremos el riesgo de “etiquetarlo” como alguien que “siempre” hace esto, que “nunca” hace lo otro.  Lo archivamos en nuestra mente y “cerramos el cajón”.
Lo convertimos en nuestro prisionero. Lo inmovilizamos.  No dejamos que avance porque no le concedemos la oportunidad de cambiar. “Cría fama y échate a dormir”, dice el refrán. ¡No! Si tú puedes cambiar....¡los otros también!
Tu perdón no rescata a un desconocido, sino a un hermano, a otro hijo de Dios.
Puedes creer que no necesitas al otro, pero ¿No has pensado que él si necesita de ti? ¿Qué le haces mucha falta?
Dios no admite una relación vertical con Él solamente.  La cruz tiene dos maderos: uno vertical, pero también uno horizontal, que nos lanza al encuentro de los demás.


  V.     ¿A QUIÉN PERDONAR?

A ti mismo.
Para poder perdonar a alguien primero debes saber perdonarte a ti mismo, porque lo que no resuelva en tí,  fácilmente lo proyectarás en los demás.  Necesitas perdonarte en tu

*      “Yo pecador”: si no te aceptas como pecador vivirás en continua lucha interna porque te darás cuenta de la maldad de la que eres capaz empeñándote a la vez en no reconocerla. “Yo no soy capaz de hacer esto.....”

*      “Yo limitado e imperfecto”: No siempre sabes todo  y no siempre puedes todo.

A tus  papás.
No hay en el mundo padres perfectos, sólo hay padres humanos con sus propias carencias y capacidades, con la capacidad de amar y de dañar.  Iguales a nosotros.

Nuestros padres normalmente no nos lastimaron de manera voluntaria pero su educación deficiente, las heridas de su infancia en el trato con sus propios padres, y otras causas hicieron que no nos atendieran suficiente ni adecuadamente.
Si no hemos sanado esa relación tenemos que pasar por otro proceso de parto.  En lugar de cortar cordón umbilical, hemos de cortar cordón psicológico y el perdón es el bisturí misericordioso que puede lograrlo.
Muchas personas temen perdonar a sus padres porque creen que al hacerlo volverán a ser vulnerables y estarán expuestos a malos tratos y heridas.  ¡No! se puede perdonar y a la vez poner límites.

A tu esposo (a).
Ninguna relación adulta promete más fricciones ni ofrece tantas situaciones difíciles como la relación humana del matrimonio pues nos enfrentamos cada día con la historia, las heridas, las necesidades, los deseos y las expectativas de la otra persona las cuales preferimos desconocer cuando nos empeñamos en que la persona sea y actúe como no es en realidad ¿Consecuencias? frustración y  decepción.
Un matrimonio en donde no hay ejercicios de perdón continuos seguramente vivenciará mucho dolor emocional porque cada uno se refugiará en si mismo y aprenderá a convivir alejado.
El perdón nos capacita para relacionarnos con alguien real a través de un amor maduro que acepta al otro como es, con cualidades y defectos, con sombras y luces.
Es una aceptación global de la persona y de la realidad.
Nuestra familia de origen nos moldea de tal forma que tendemos a repetir lo que vivimos. Por eso, como adultos,  hay que sanar primero a nuestros niños interiores, que a veces vienen lastimados o carentes de algo, resolviendo nuestras relaciones con nuestros padres y hermanos.    Lo que no se resuelve se repite > cadenas de dolor generacionales.

A Dios.
En la vida diaria es común  encontrar personas que viven convencidas de que Dios es el culpable de la muerte de un ser querido, de un accidente, de una enfermedad terminal, de una separación, de un fracaso económico o profesional.   
Hay dos maneras de entrar en conflicto con la imagen de Dios: Si tenemos la imagen de un Dios todopoderoso que todo lo puede, existe la dificultad de reconciliar esa imagen con las cosas horrorosas que pasan todos los días. ¿Cómo perdonarle a Dios que permita que pasen todas esas cosas aún a la gente buena?
Por otro lado si creemos que Dios es un mago que controlará las circunstancias externas, que nos evitará las pruebas terribles y nos evitará la muerte, el dolor, la enfermedad, es inevitable enojarnos con Él en cuanto tengamos problemas.
En el fondo el coraje no es contra Dios sino contra las imágenes que nos hemos fabricado de Él y de lo  que suponemos es “su trabajo” y “su responsabilidad”.


REFLEXIÓN PERSONAL PARA EL PRIMER BLOQUE

ü  Define con tus palabras qué es el perdón.

ü  ¿Por qué necesitas aprender a perdonar?

ü  ¿Para qué necesitas aprender a perdonar?

ü  ¿A quien(es)  descubres que necesitas perdonar?

ü  ¿Qué imagen tienes de Dios? ¿La de un director de escuela siempre pendiente de tus equivocaciones para reprobarte, o la de un Padre amoroso que te ama incondicionalmente?


LECTIO DIVINA Lucas 15, 11-32


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