viernes, 8 de febrero de 2013

IFAP TEMA 10: ALGUNOS CONSEJOS PRÁCTICOS


TEMA 10: ALGUNOS CONSEJOS PRÁCTICOS[1].

+ La Lectio Divina es una disciplina, debe hacerse diariamente, de ser posible a la misma hora, hasta que se vuelva un hábito en nuestra vida, o como dice el Cardenal Martini, una “amorosa costumbre”. Conviene tomar las Lecturas Bíblicas de cada día, la Palabra que la Iglesia nos ofrece cotidianamente en la Liturgia, especialmente el Evangelio ya que es la clave de interpretación de toda la Escritura.

+ Otra posibilidad es tomar un Evangelio en forma continuada, eligiendo algunos versículos cada día para orarlos. La continuidad en la lectura es muy importante. No se recomienda el estar cambiando frecuentemente de Libro, como “picoteando”, o escoger el texto según nuestro gusto.

+ Muchas veces sentimos el deseo de cambiar el texto que leemos por otro, pues lo consideramos difícil. Los Padres de la Iglesia nos dicen que un texto difícil encierra un tesoro, un secreto más grande. Por eso, la paciencia y perseverancia son indispensables.

+ Es bueno leer si es posible, la Palabra de Dios, antes de ir a dormir. Comenzar a meditarla en el corazón quedándonos con una palabra o frase pequeña y después cerrar la Biblia. Mientras dormimos, el Señor nos instruye internamente. “Yo duermo, pero mi corazón vela”[2]. Al despertar le pedimos al Espíritu Santo que nos refresque la memoria de la Palabra leída o memorizada en la noche y comenzamos a orar.

+ El momento orante por excelencia es la Eucaristía. Ahí volvemos a encontrarnos con la Palabra, y nos encantamos al escucharla nuevamente. En el momento de la Consagración le pedimos al Señor que esa Palabra se haga carne en nuestra vida.

+ Se puede inventar una jaculatoria o retomar la frase del texto bíblico que hemos orado. Esto nos ayuda a vivir el día con el sabor de la Palabra. La Palabra de Dios está al principio y al final de cada día.

+ Por último un sabio consejo: Sabemos que quien nos guía interiormente en este camino de oración es el Espíritu Santo. Pero también es necesario buscar alguna persona que nos acompañe espiritualmente y nos impulse por los caminos de Dios, un guía espiritual que nos ayude a perseverar, que nos anime en las dificultades que podamos encontrar sobre la marcha y más que todo con quien podamos confrontar las luces que el Señor nos regala a través de su Palabra, de manera que nos confirme en ellas y nos ayude a concretizarlas en nuestra vida.

Conclusión de la Lectio divina[3].

“Mañana tras mañana me despierta el oído, para que escuche como los discípulos. El Señor Yahvé me ha abierto el oído”. Al final de la Lectio llegamos de nuevo a la escucha, al silencio. Es una lectura contemplativa, por eso concluye en un silencio atento a la Palabra. La Palabra nace en el silencio y en el silencio se da la respuesta más profunda a la Palabra. Guigo el cartujo escribió esta hermosa oración:
“Señor, cuando tú rompes el pan de la Santa Escritura
tú te me haces conocido por esta Fracción del Pan.
Entre más te conozco, más deseo conocerte,
No sólo en la corteza de la letra,
Sino en el conocimiento del sabor de la experiencia.
No te pido este don a causa de mis méritos,
Sino en razón de tu misericordia...
Dame Señor, las arras de la herencia futura,
Un gusto al menos de la lluvia celeste
Para refrescar mi sed, porque yo ardo de amor” (Scala, VI).

Alguien dijo que nos vamos pareciendo a lo que contemplamos. La Lectio es una pedagogía, o mejor dicho, una “mistagogía”, porque nos va introduciendo poco a poco en el Misterio de Dios. Nos va educando para tener “los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Fil 2,5), para sentir, decidir y actuar según su Corazón. Va formando en nosotros el Corazón del Hijo. Es por tanto, una verdadera escuela de formación, de conformación de los discípulos de Jesús en la que se aprenden los caminos de su seguimiento. Casiano decía: “He aquí lo que debes pretender por todos los medios: aplícate con constancia y asiduidad a la Lectio Divina hasta que una incesante meditación impregne tu espíritu y, por así decirlo, hasta que la Escritura te transforme a su semejanza”[4].

Si no nos formamos en la Lectio Divina, si no volvemos a la fuente de la Palabra de Dios, corremos el riesgo de no conocer a Jesús. San Ambrosio aconsejaba: “Medita todo el día la Palabra de Dios. La sensibilidad a la Palabra educa para la docilidad al Espíritu Santo, para el discernimiento espiritual[5], de manera que, como dice san Juan Eudes: “él haga de nuestro ser un Evangelio vivo y un libro vivo, escrito por dentro y por fuera, en el cual la vida de Jesús esté perfectamente impresa”[6].

Ante un mundo con dolor, sin sentido, saturado de injusticias, un mundo que necesita ser salvado, evangelizado, hacen falta mujeres y hombres contemplativos, que vivan guiados por la Palabra, y  que recuerden que nuestro destino es Dios, que el Cielo es nuestra Patria.  Por algo Félix de JésusRougier nos insistía tanto: Dios, Dios, Dios… ante todo contemplativos y después hombres de acción… Y el XV capítulo general nos pide que revialicemos nuestra experiencia de Dios.

Concluyendo podemos decir que la Lectio Divina “es el tiempo de leer, meditar, orar, contemplar; tiempo de escucha, tiempo de paciencia, de atención y de esperanza; de estar ahí, a los pies del libro sagrado, dejando que la palabra de Dios nos hable, aunque no entendamos muchas cosas. Hay muchas páginas oscuras, pero a Él le encontramos por todas partes”

Para devolver al facilitador:

Haz tu evaluación sobre el curso, de tal manera que tú mism@ recuperes aquello que el Señor ha sembrado en tu corazón, y nos des pistas para mejorar este curso. Por favor llena la tabla que a continuación se te presenta.

FRUTOS QUE HA DADO EL CURSO EN MÍ (de todo tipo)











CONOCIMIENTOS ADQUIRIDOS
(a nivel intelectual)
HABILIDADES APRENDIDAS
(Intelectuales, interpersonales o afectivas que te capaciten como agente de pastoral, p.e. más familiaridad con la Palabra, más capacidad de transmitirla, más amor por la Palabra, etc.)
VALORES –ACTITUDES NUEVAS
(Valores o actitudes para desempeñar tu vocación y misión como agente de pastoral, p.e. llamado al servicio, a llevar la Palabra, etc)


















 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




[1]El  P. Fidel Oñoro en una de sus conferencias a los Diáconos chilenos sugería algunos consejos prácticos para la Lectio. Aquí sintetizo algunos de ellos.
[2]Cant. 5,2
[3] Cfr.: OÑORO, Fidel, Op. Cit.,  págs. 19-24.
[4] CASIANO, Conferencias, 14,11, SC 54, pág.195.
[5] Cfr.: OÑORO, Fidel, Op. Cit., pág. 20.
[6] Citado por OÑORO, Fidel, Op. Cit., pág. 20.

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