viernes, 24 de mayo de 2013

IFAP CRISTOLOGIA TEMA 1: ACERCAMIENTO A LA PERSONA DE JESÚS.

TEMA 1: ACERCAMIENTO A LA PERSONA DE JESÚS.

Jesús, personaje histórico.

Si tenemos en cuenta los criterios históricos modernos, son pocos los datos históricos que tenemos de Jesús. Es hijo de María, nació el año 6 ó 7 antes de Cristo. Fue discípulo de Juan el Bautista durante un tiempo, probablemente en torno a Qumran, el Mar Muerto y el río Jordán, pero se separa de él y se dedica a predicar la llegada inminente del Reino de Dios, comenzando por su región, en Cafarnaúm, el centro de Galilea.

Si no hay documentos históricos sobre Jesús, es porque fue uno más entre los judíos comprometidos de su época. Sin embargo, los datos que aportan los evangelistas sobre la actuación de Jesús y sobre su tiempo, coinciden con lo relatado por el historiador judeo-romano Flavio Josefo.

Jesús es galileo. Los galileos vivían su religiosidad un tanto al margen (y despreciados) de Jerusalén. Soportaban el mayor peso de los impuestos, frente a la casi exención de la aristocracia de Jerusalén (tenida por colaboracionista con Roma). El ambiente galileo vibraba con todo mensaje que hablara de acabar con la opresión. Hay que tener en cuenta, que según los sinópticos, Jesús se limitó a predicar en Galilea y sólo subió a Jerusalén para culminar su misión.

Jesús, en continuidad con los profetas, anuncia la llegada del reino mesiánico. Pero este reino no se instaurará mediante una revolución política. Jesús anuncia que la esperada actuación de Dios en este mundo comienza ya, que ya se nota su presencia. Anuncia la llegada inminente del Reino de Dios, que llega gratuitamente y para todos, siendo sus primeros destinatarios los más pobres. El Reino de Dios está vinculado a la persona de Jesús, o sea, a la aceptación de su persona y predicación; lo que significará un punto de conflicto en la vida de Jesús.

Jesús tiene éxito al comienzo, es seguido al principio por sus signos, por su predicación de la inminente llegada del Reino de Dios, con la que se va a hacer presente la felicidad que todo el mundo desea. Pero enseguida la predicación de Jesús empieza a entrar en conflicto.

La llegada del Reino de Dios supone el final de la estructura política y religiosa sobre la que se mantiene Israel: la ley y el templo (cf. Jn 11,50s). Y esto no es del gusto del judaísmo, ni fariseo ni saduceo. En segundo lugar, ¿es verdad que el Reino llega con Jesús? En torno a este punto se va a jugar la condena a muerte. ¿Jesús trae un mensaje de parte de Dios o es un impostor? Ciertamente Jesús no logró convencer a las autoridades de la legitimidad de su misión. Y en tercer lugar, ¿es verdad que el Reino de Dios está ofrecido a todos gratuitamente, sin que lo tengamos que merecer? Si nosotros tenemos que merecer el amor de Dios, entonces Jesús es un falso profeta.

Jesús asume el conflicto cuando decide subir a Jerusalén, pues sabe que significa enfrentarse a las autoridades. Esto provoca las deserciones entre sus seguidores. Jesús lo sabe y lo asume. Asume la muerte que prevé le va a sobrevenir y ofrece su vida por el Reino de Dios.

Jesús, personaje evangélico.

Cuando nos acercamos a la persona de Jesús en los Evangelios, tenemos que tener en cuenta dos realidades, que aunque parecen evidentes, a veces olvidamos. En primer lugar, que Jesús es un hombre histórico concreto; un judío, que vive en el ambiente judío de su época y que practica la religión judía. Y en segundo lugar, que los evangelistas al escribir después de la muerte y resurrección de Jesús, presentan una imagen “divinizada” del Jesús histórico; o sea, nos presentan a Jesús con la luz nueva que nace de la fe pascual; desde la fe en Jesús como Hijo de Dios. Esto no quiere decir que los evangelistas se inventen la persona histórica de Jesús ni su mensaje, pero nos transmiten solamente los aspectos del Jesús histórico que pueden ayudar más a sus comunidades y siempre iluminados desde la fe.

Tenemos que cuidar siempre el afirmar con la misma intensidad la humanidad y la divinidad de Jesús. Jesús es hombre al cien por ciento e Hijo de Dios al cien por ciento. Muchos cristianos, en el fondo de su corazón, no conciben a Jesús como un hombre auténtico; le atribuyen quizás un auténtico cuerpo de hombre, pero no una auténtica psicología y una auténtica vida de hombre. Algo así como si el Hijo de Dios se hubiera puesto un vestido de hombre (el cuerpo), pero no fuera hombre realmente.

El hombre histórico Jesús de Nazaret es la encarnación del Hijo de Dios, que nos revela el nuevo rostro de Dios. En Jesús Dios abraza toda nuestra humanidad (menos el pecado) y nos da su vida para salvarnos y llevarnos a Él. Y en Jesús se nos revela el proyecto de humanidad que Dios tiene para nosotros, que no excluye lo humano, sino que busca la liberación integral del hombre y el desarrollo pleno de todo lo que es verdaderamente humano.

Textos para la reflexión.
·         Hch 10,34-43;
·         Mc 6,1-5;
·         Jn 2,13-16;
·         Jn 7,25-30;
·         Mc 14,33-36.


Vale la pena detenernos un momento a pensar y tomar conciencia de cómo vemos nosotros a Jesús; cuáles son nuestras imágenes sobre Jesús; nuestra imagen preferida de Él. Ver si ponemos el acento en la humanidad o en la divinidad; si disminuimos o aumentamos la importancia de una u otra. Y desde el conocimiento del Jesús histórico y evangélico que vas adquiriendo, elabora “tu propio credo” sobre Jesús y los rasgos que más te llaman la atención de su persona.

Creo:















Ejercicio para la vida personal.

1.    ¿Cuál es tu imagen preferida de Jesús?
2.    ¿Cómo hombre?
3.    ¿Cómo Dios?
4.    ¿Por qué prefieres ver así a Jesús?
5.    ¿Qué consecuencias se siguen de ver a Jesús como hombre o como Dios?
6.    Elabora “tu propio credo” del Jesús histórico y evangélico que vas adquiriendo.


Para llevar a la oración.

De un Himno de la Liturgia de las Horas

Así: te necesito, de carne y hueso.
Así: tangible, humano, fraterno.
Carne soy y de carne te quiero.
¡Caridad que viniste a mi indigencia,
qué bien sabes hablar en mi dialecto!
Así, sufriente, corporal, amigo... ¡cómo te entiendo!
¡Dulce locura de misericordia:
los dos de carne y hueso!

No me gustan los beatos (C. Peguy)

No me gustan los beatos.
Los que creen que son de la gracia,
porque no tienen fuerza para ser de la naturaleza.
Los que creen que están en lo eterno,
porque no tienen el coraje de lo temporal.
Los que creen que están con Dios,
porque no están con el hombre.
Los que creen que aman a Dios,
Porque no aman a nadie.




ESQUEMA DE TRABAJO PARA CADA TEMA:

1. Lectura creyente del texto a manera de iluminación.
2. Lectura de los textos para la reflexión.
3. Ejercicio para la vida personal (Material a trabajar).
4. Trabajo y respuestas a las preguntas del tema (REENVIAR).
5. Terminar con un momento de oración con los dos textos que se proponen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario